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En esta revista electrónica que se publica anualmente se plasman trabajos y contribuciones a la enseñanza de las lenguas que reflejan el nivel académico de su cuerpo de profesores. ISSN 1853-614X

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Posibilidades actuales de la enseñanza de lenguas a distancia

Silvia C.Enríquez

silviacenriquez@gmail.com

 

El presente trabajo tiene como objetivo hacer una comparación entre las opiniones vertidas en la bibliografía sobre educación a distancia sobre las posibilidades didácticas que ésta ofrece, y la factibilidad de usar esta metodología en la práctica, con especial referencia a la enseñanza de lenguas, teniendo en cuenta las posibilidades reales de alumnos y docentes, y del grado de avance tecnológico del que disponemos en nuestro país. Nuestro análisis se basa tanto en la experiencia práctica proveniente de la enseñanza de lenguas a distancia como en la bibliografía sobre metodología de la enseñanza en la educación virtual, la cual se fundamenta a su vez en el constructivismo. La experiencia demuestra que todavía no es posible implementar todos los desarrollos metodológicos en nuestro medio, debido fundamentalmente a la falta de conocimientos suficientes de informática tanto de los docentes (inmigrantes digitales), como de los alumnos, (ya sean inmigrantes o nativos digitales), pero también a la desconfianza o temor que genera la falta de familiaridad con la educación a distancia. Se concluye que debe haber una mirada más objetiva sobre la realidad de nuestro país, y a la vez un período de formación de nuestros docentes y alumnos que permita que la educación virtual ocupe en la enseñanza de lenguas el papel que puede cumplir de un modo tan eficaz.

 

Si se menciona la educación a distancia en la actualidad en nuestro país, es posible obtener todo tipo de reacciones, desde las de aquéllos que no comprenden demasiado de qué se trata porque el tema les resulta ajeno, hasta el entusiasmo desmedido pero no necesariamente muy realista acerca de sus posibilidades, pasando por la actitud de bastantes alumnos y docentes con algún grado de interés en el tema, o tal vez desconfiados o atemorizados ante la perspectiva de embarcarse en la tarea de aprender y enseñar por medio de ella. También encontraremos, por supuesto, las reacciones de quienes hemos hecho estudios a distancia y nos dedicamos a esta tarea, y hemos experimentado los beneficios que tiene cuando, eso sí, se es capaz de usar estas herramientas de un modo competente y eficaz.

Dado que estamos hablando de una actividad que se encuentra en sus comienzos, no es sorprendente que muchas personas todavía no tengan experiencia directa o demasiado conocimiento sobre el tema, por lo cual se imponen algunas precisiones.

En primer lugar, la expresión educación a distancia, o educación virtual, requiere cierto análisis, ya que no es en sí misma nueva (se puede denominar de este modo a los cursos por correspondencia, por ejemplo) pero en estas últimas décadas ha pasado a ser el nombre por el que se conoce a la educación mediada por las tecnologías de la información, estás últimas llamadas también TIC, o NTIC, nuevas tecnologías de la información, nombre ya algo anticuado porque estas tecnologías han dejado en muchos casos de ser una novedad en función de su difusión y el tiempo transcurrido desde su desarrollo. Más en concreto, se trata de las tecnologías que ha hecho posible la aparición de la Web 2.0, en la cual los usuarios no son sólo receptores pasivos de información sino también productores, creadores de contenidos para Internet.

Sin entrar en demasiadas precisiones teóricas, y para los fines prácticos de este trabajo, usaremos la expresión educación a distancia en un sentido amplio, denominando de este modo a toda actividad educativa que utilice las herramientas que nos facilitan las tecnologías de la información. Esto incluye los cursos totalmente a distancia, normalmente dictados desde entornos virtuales de aprendizaje (también llamados plataformas) los semipresenciales, de aprendizaje combinado (blended learning), y cualquier uso de estas tecnologías que complemente las clases presenciales, tales como el uso del correo electrónico, un blog, un grupo o las redes sociales para intercambiar material o actividades entre alumnos y docentes.

La pregunta que origina este trabajo es, pues, en qué medida es posible hacer uso de estas tecnologías para enseñar lenguas en este momento en la Argentina. Mi respuesta será necesariamente limitada, ya que me encuentro en una situación concreta que probablemente me impida evaluar en su justa medida, a pesar de conocerla, la realidad de otras zonas y otras situaciones socioeconómicas del país. Las observaciones de este estudio provienen en concreto de que, además de tener la experiencia de ser alumna de una carrera de posgrado y diversos cursos a distancia, trabajo como docente de la Universidad Nacional de La Plata, por una parte como Coordinadora de la Sección de Inglés Cursos Especiales de la Escuela de Lenguas, y por otra en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación en una materia de las carreras de Profesorado y Traductorado de Inglés. La Sección de Cursos Especiales de la Escuela de Lenguas ofrece cursos semipresenciales y de blended learning, entre los cuales estoy a cargo del diseño del material y la coordinación de los cursos de lectocomprensión y escritura de textos académicos en inglés. En la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, trabajo en la cátedra de Lengua Inglesa III, en la que he diseñado un blog de opinión para los alumnos, y material didáctico complementario de las clases presenciales (videotutoriales, guías didácticas) que incorpora la metodología de la educación virtual.

Lo que se dirá a continuación, pues, está teñido de las posibilidades de comprensión de este tema que determina la situación en la que trabajo. Esto me permite vislumbrar el panorama desde un lugar aproximadamente intermedio entre los posibles escenarios para este tipo de educación en Argentina. Seguramente esta respuesta diferirá de la de otros docentes en situaciones mucho menos favorecidas por los recursos disponibles o la geografía, cuyos alumnos tienen interés en contar con mayores avances tecnológicos y tal vez querrían comenzar por ir al cine por primera vez, o tener un televisor, y cuyos docentes tampoco tienen a la mano la tecnología que les permitiría formarse en este tema. Y también de la de aquellos docentes que trabajan rodeados de la última tecnología, con alumnos con suficiente poder adquisitivo para actualizar sus equipos cada vez que lo consideren necesario. Pero precisamente este trabajo intenta, por lo menos, incorporar una reflexión sobre esta variedad de escenarios.

El telón de fondo de nuestras afirmaciones, además, es el contexto de la educación en general, en el que se inscribe la enseñanza de lenguas como uno de los modos posibles de enseñar una disciplina específica sin perder de vista la necesidad de educar en un sentido más amplio.

Ahora bien, para evaluar las posibilidades reales de impartir educación a distancia en la enseñanza de lenguas, deberíamos establecer en primer lugar si es verdaderamente necesario hacer uso de estas tecnologías, y sobre todo preguntarse si su empleo constituiría un mejoramiento de la calidad de nuestra educación. Posteriormente, habría que pensar en las variables que deben tenerse en cuenta para determinar lo que puede hacerse. En nuestra opinión, éstas son: el grado de formación de los docentes en el uso de las TIC; el grado de conocimiento de los alumnos sobre informática y su formación intelectual; el grado de motivación de ambos para aprender y enseñar de este modo; y por último, pero ciertamente no menos importante, la posibilidad de acceso a un nivel de tecnología suficiente para desarrollar esta tarea.

 

¿Es necesario incorporar las TIC a la educación, y a las clases de lenguas?

La mera existencia de este trabajo indica que nuestra opinión es ciertamente afirmativa. Las razones más importantes no están relacionadas exclusivamente con las ventajas de su uso en el aprendizaje de lenguas, sino con las conclusiones que se pueden sacar al dar una mirada al contexto en el que enseñamos en la actualidad. Nuestra vida entera, pero especialmente el mundo del trabajo, se ha vuelto crecientemente “digital”. Se vuelve gradualmente indispensable saber utilizar ciertos avances tecnológicos, so pena de quedar excluidos de muchas actividades, o de perder la posibilidad de hacer nuestra vida más simple a través de ellos. Gracias a estos avances nuestra vida cotidiana se puede volver más sencilla, y se abre todo un nuevo campo en las relaciones personales y laborales. Esta omnipresencia de la tecnología debería ser en sí misma razón suficiente para incorporar su enseñanza en la educación formal, ya que el uso de los avances tecnológicos es y será la condición de vida de nuestros alumnos. Y si la educación es preparación para la vida, para la vida real en el contexto que a cada uno le toca en suerte, la educación formal debe encargarse de formar a los alumnos en este aspecto que ayudará a que sean personas más adaptadas a su tiempo, y preparadas para el mundo laboral.

En consecuencia, el primer motivo para que los profesores de lenguas incorporemos estos conocimientos es precisamente el mismo que acabamos de mencionar, ya que sin importar qué disciplina enseñe un docente, todos debemos contribuir a la formación integral de los estudiantes. Pero además hay razones que atañen específicamente a la enseñanza de nuestra disciplina.

Las TIC nos ofrecen nuevos vehículos para nuestra enseñanza, tanto para continuar con las mismas prácticas como para incluir nuevos modos de canalizar las actividades que diseñemos. Podemos, por ejemplo, utilizar el e-mail para pedir que nuestros alumnos nos envíen sus tareas escritas y devolverlas corregidas por la misma vía, o para enviarles archivos sin necesidad de que compren libros o usen fotocopias, o bien dar un paso más allá e incorporar a nuestras clases el uso de blogs educativos, foros de discusión, teleconferencias, podcasts para ejercicios de audio o para práctica de fonética, y una larga lista de otras posibilidades.

Internet nos permite acceder a cantidades ingentes de la clase de material más preciada para un profesor de lenguas: los ejemplos reales de una enorme variedad de hablantes nativos de la lengua que enseñamos, a quienes podemos leer y escuchar, y hasta contactar para establecer una relación social que tendrá también su lado educativo en el conocimiento de la mentalidad de los hablantes de la segunda lengua (y esto es también parte de nuestros objetivos), y en la posibilidad de uso real de la lengua aprendida.

Internet también nos ofrece, por lo menos en las lenguas más comúnmente estudiadas, gran cantidad de material didáctico ya preparado para nuestros alumnos, y muchos más recursos de los que podríamos llegar a utilizar para crear nuestros propios materiales. Es más, las TIC nos brindan también la posibilidad de colaborar con otros docentes diseñando nuestros propios materiales y compartiéndolos para beneficio de todos en sitios web creados con ese fin.

Pero hay todavía más. El informe de la UNESCO (2008) Estándares de competencias TIC para docentes, apunta las siguientes razones para la creación de un proyecto de formación docente:

“El proyecto ECD-TIC [“Estándares UNESCO de Competencias en TIC para Docentes”] apunta, en general, a mejorar la práctica de los docentes en todas las áreas de su desempeño profesional, combinando las competencias en TIC con innovaciones en la pedagogía, el plan de estudios (currículo) y la organización escolar; aunado al propósito de lograr que los docentes utilicen competencias en TIC y recursos para mejorar sus estrategias de enseñanza, cooperar con sus colegas y, en última instancia, poder convertirse en líderes de la innovación dentro de sus respectivas instituciones. El objetivo general de este proyecto no es sólo mejorar la práctica de los docentes, sino también hacerlo de manera que ayude a mejorar la calidad del sistema educativo, a fin de que éste contribuya al desarrollo económico y social del país.” (UNESCO, 2008, p.4)1

¿En qué sentido puede el uso de las TIC, como lo dice este informe, “mejorar la práctica docente”? Estas nuevas tecnologías nos ponen al alcance de la mano nuevas herramientas que permiten poner en práctica más eficientemente las ideas provenientes del constructivismo y el construccionismo, mediante las cuales los docentes pueden, en palabras de Santamaría González (2005), ayudar “al alumno a madurar, tomar decisiones, resolver problemas, adquirir habilidades mentales y sociales para poder mejorar nuestra organización social (…) preconizar el trabajo en grupo y a la vez promover el pensamiento autónomo, para que los estudiantes dejen de ser dependientes de cualquier autoridad académica y puedan, por ellos mismos desarrollar habilidades y recursos propios” (p. 2).

La siguiente afirmación de Barberà-Badía (2005) resume esta posición:

“La dilatación del espacio docente mediante el uso de contextos virtuales ha de suponer la posibilidad de realizar actividades de aprendizaje diferentes que, sin el uso de la tecnología, no serían posibles y que se han valorado como necesarias. De hecho, no se propone pasar de un aula presencial a un aula virtual por el mero hecho de variar la práctica educativa, sino que, en este marco, la introducción de elementos virtuales puede servir de excusa para diversificar y ampliar los horizontes del aula presencial2 en el que la tecnología desarrolle un verdadero papel de instrumento psicológico, que colabore al desarrollo del pensamiento y el conocimiento humano. Por tanto, el «derribo de los muros» no se está utilizando simplemente como metáfora didáctica, sino como hecho concreto que materializa el desarrollo psicológico de las personas a través de usos específicos de la tecnología en diversidad de propuestas formativas. La exposición de información, la interacción entre agentes culturalmente distantes, el autoaprendizaje, el desarrollo de trabajos de tipo colaborativo, la consulta experta y la autoevaluación, entre otros muchos, sólo son etiquetas que vehiculan, pero que también esconden, procesos psicoeducativos que pueden ser de alto o bajo nivel cognitivo.” (p. 5)

Detengámonos un momento en las ideas resaltadas en este texto. Mucho se ha discutido sobre la posibilidad de que el uso de las TIC sea una reacción poco razonada ante la novedad. Desde luego, cabe la posibilidad de usarlas de este modo cuando se carece de conocimientos sobre sus posibles usos educativos, pero en cuanto comenzamos a explorar sus posibilidades descubrimos que el reducirlas a una simple moda es insostenible, y que es cierto que nos dan la oportunidad de “diversificar y ampliar los horizontes del aula presencial”. La enseñanza de lenguas necesita en muchos momentos de un aprendizaje de contenidos declarativos, que se puede llevar a cabo muy eficazmente desde una perspectiva conductista. La “máquina de aprender” de Skinner (y los numerosos ejercicios de este tipo que pueden encontrarse en Internet) resulta muy eficaz como ayuda sobre todo para fijar estructuras gramaticales. Pero el segundo paso en el aprendizaje de lenguas, el de la verdadera adquisición, que se produce cuando somos capaces de usar sus elementos para comunicarnos en situaciones reales, no puede aprenderse a partir del conductismo, necesita un contexto más real, que suele ser difícil de lograr cuando se aprende una lengua como extranjera. Es en esta etapa que el uso de las TIC puede proveernos de más y mejores herramientas para que nuestros alumnos practiquen la segunda lengua en contextos más reales y significativos, tales como los mencionados más arriba.

 

¿Cuánto saben los docentes acerca del uso de las tecnologías?

Debemos reconocer que muchos docentes saben muy poco, tal vez nada, sobre el uso de las TIC. Otros han tenido la oportunidad y el interés de formarse al respecto, o han aprendido en alguna medida por razones ajenas a la educación. Lo que vemos claramente es que no existe uniformidad al respecto, y por lo tanto actualmente nuestros alumnos se forman en este sentido de un modo azaroso, dependiendo de que les toque en suerte algún docente que incorpore las TIC a sus clases, y sepa hacerlo.

Lo que sucede, en síntesis, es que no existe una formación sistemática para docentes en esta área, a pesar de que a muchos se nos pide o se nos exige que utilicemos las nuevas tecnologías, como si fuera posible hacerlo sin capacitación previa. En palabras de la UNESCO (2008), “Las prácticas educativas tradicionales de formación de futuros docentes ya no contribuyen a que estos adquieran todas las capacidades necesarias para enseñar a sus estudiantes y poderles ayudar a desarrollar las competencias imprescindibles para sobrevivir económicamente en el mercado laboral actual.” (p.2)

Es cierto que muchos docentes reaccionan con interés, pero muchos otros con temor y recelo ante estas nuevas tecnologías, o bien “se resignan” a no conocerlas, como he oído decir a una colega. Quienes tenemos varias décadas de edad recordamos la gran cantidad de aprendizaje tecnológicos que hemos debido llevar a cabo: del disco de vinilo al cassette, y luego a los CD, hemos aprendido a manejar cajeros automáticos, faxes, videocassetteras y luego equipos de dvd, el walkman y luego el discman y ahora el mp3, 4 o 5, teléfonos por pulsos y luego por tonos, y ahora digitales, inalámbricos y celulares (con todas sus aplicaciones). No se puede decir que no somos una generación adaptable, es que el ritmo de los avances no deja de aumentar y es difícil mantenerse al día. Somos y seremos siempre inmigrantes digitales, a diferencia de nuestros alumnos (por lo menos de los más jóvenes), crecientemente nativos digitales.

Como dice Pisani (2009) en el prólogo a Nativos digitales, de Piscitelli, actualmente “en el campo de la enseñanza (…) los grandes tienen a su cargo preparar a los chicos para un mundo que no entienden” (p. 16). De todos modos, tampoco es cierto que no podamos aggiornarnos y terminar por ser inmigrantes con carta de ciudadanía en el mundo de la informática. De hecho, como dice Piscitelli (2009), “Cuando se trata de industrias y formatos, quienes están a cargo no son los productores ni los consumidores actuales, ni mucho menos los que predominarán dentro de dos décadas. Se trata de personas de entre 35 y 55 años que no son nativos digitales: ellos (nosotros) son (somos) los inmigrantes digitales.” (p. 41)

Hay también otra dimensión de esta resistencia a acercarse a la tecnología: requiere muchos recursos que no necesariamente tienen los interesados y tiempo, algo de lo que los docentes solemos carecer porque necesitamos trabajar muchas horas, precisamente debido a que sólo contamos con un magro salario. De hecho, la pregunta que más frecuentemente he encontrado al hablar de la formación en el uso de las TIC es: “Sí, pero ¿cuánto tiempo lleva aprender esto y trabajar de este modo?” En este sentido, debemos reconocer que es verdad que esta formación implica una inversión de tiempo importante para quienes ya están ejerciendo la profesión docente, y que no es justo pedirla sin que existan políticas que faciliten la adquisición de estos conocimientos a estos docentes a nivel nacional, y formen en este sentido a las nuevas generaciones de educadores.

 

Y los alumnos, ¿saben? ¿Qué saben?

A medida que pasa el tiempo son cada vez más los alumnos que tienen mayor acceso a los medios tecnológicos, y que aprenden a usarlos óptimamente. Sin embargo, hay que hacer una diferenciación. Los alumnos adultos son tan inmigrantes digitales como los docentes, y se los puede caracterizar del mismo modo. En cuanto a los más jóvenes, es verdad que usan las nuevas tecnologías con una naturalidad tanto mayor cuanto más jóvenes son, pero esto no implica que conozcan necesariamente el uso de las herramientas requeridas por la educación a distancia. El empleo frecuente de internet que hacen los jóvenes hace que en muchos casos sean capaces de usar las redes sociales, producir, editar, subir o bajar archivos de todo tipo incluidos los de video y audio, y hasta crear páginas web o blogs. Pero no existe garantía de que todos hayan logrado la adquisición de estas destrezas, u otras más simples tales como registrarse en un sitio web o hacer una búsqueda en internet.

Esto significa que a la hora de usar las TIC es necesario conocer a cada grupo de alumnos, para poder determinar qué herramientas pueden usarse sin que representen una dificultad para ellos, y también se deben arbitrar los medios para que quienes encuentren algún obstáculo de este tipo cuenten con la ayuda necesaria por parte del docente. De lo contrario, se puede producir la deserción de quienes no logren avanzar con los contenidos del curso debido a que no saben hacer uso de las herramientas, dificultad que a veces no comunican a los docentes.

El temor y recelo ante la tecnología que mencionábamos antes no es privativo de los docentes, pero por otra parte no cabe duda de que las nuevas generaciones están creciendo en medio de una serie de recursos que les permiten/hacen ver la realidad de un modo diferente al anterior, que es el de los inmigrantes digitales. Es decir, al hacer la cuenta de los que los más jóvenes saben o no saben, debemos detenernos no sólo en el uso de la tecnología, sino en sus categorías de pensamiento, en su modo de aprehensión de la realidad, que no es el mismo que el de las generaciones anteriores. El advenimiento de los nuevos medios de comunicación ha producido una aceleración en el proceso natural de avance y diferenciación de cada generación con respecto a la previa que no podemos medir adecuadamente, porque el cambio todavía se está produciendo y porque además a quienes somos adultos actualmente nos cuesta comprender esta nueva mentalidad, que ni siquiera ha podido ser estudiada en todas sus dimensiones hasta el momento.

Piscitelli (2009) rastrea el inicio de la aceleración de estos cambios no a la creación de internet o de las computadoras, sino a los inicios de la televisión. En sus palabras, los nativos digitales son “una nueva clase cognitiva” (p. 37), que “viven de/en la pantalla” (p. 19) de todos los aparatos que poseen que tienen pantalla, y en dos sentidos: viven mirando las pantallas, y también apareciendo en ellas a través de sus propias fotografías, videos o comentarios dejados en la web, los teléfonos celulares, etc. Este inmenso cambio en los modos de transmitir información y relacionarse con otras personas, que para los más jóvenes es habitual, no puede dejar de producir cambios en sus capacidades de aprehensión y asociación de ideas.

Y no podemos decir, porque sería una simplificación infundada, que los jóvenes actuales no piensan, no saben nada o no tienen interés en nada. La realidad es que piensan de un modo diferente del nuestro, saben a veces lo mismo que nosotros, pero también conocen otras cosas provenientes de otras escalas de valores, y tienen intereses diversos de los nuestros. Y, además, no se puede pedir que ellos nos entiendan a nosotros, porque es muy difícil que esto pase, por la sencilla razón de que no tienen por qué tener interés en un modo de ver el mundo que ya está de salida. Debemos ser los mayores, los docentes de este momento, los que aprendamos a comprenderlos a ellos para poder enseñarles.

 

¿A qué cantidad de tecnología tenemos acceso?

Está claro que en nuestro país el acceso a una computadora, a una conexión a internet y más aún a una conexión confiable y de calidad, no es por el momento para todos. Podemos tener un grado de acceso mayor que muchos otros, es cierto. Las estadísticas sobre Argentina en 20103 indican que actualmente el 57% de la población tiene acceso a Internet, en contraste con el año 2000, en el que según la consultora Prince & Cooke, el total de usuarios de internet era de 1.800.000. Un avance significativo, al que se le añadirán los efectos del programa Conectar Igualdad.com.ar, que incorporará un millón de netbooks que estarán en manos de estudiantes. Y, según otra fuente, las conexiones inalámbricas crecieron en un 300% entre 209 y 2010.4

Sin embargo, este acceso se ve limitado en muchos lugares debido a su ubicación geográfica o al poder adquisitivo de muchos potenciales usuarios. Si bien el paso de unos pocos años ha dejado claro que es cierto que cada vez más alumnos de cursos a distancia poseen la tecnología adecuada (o por lo menos acceso a ella en instituciones educativas tales como la universidad) y los conocimientos para utilizarla, todavía hay muchas personas (43% según la estadística citada) e instituciones que no tienen posibilidades de usar estos medios.

 

En consecuencia

Por el momento, sólo es posible la enseñanza, y en particular la enseñanza de lenguas a distancia, en algunos casos y en algunos sentidos. No parece posible plantear de modo generalizado la realización de cursos de lenguas que enseñen las cuatro competencias básicas, porque son muchos los que carecen de los medios necesarios para poder, sobre todo, utilizar herramientas sincrónicas de video y audio, necesarios para las habilidades de expresión oral. En cambio, es mucho más frecuente que sea posible dar cursos que no requieran estas herramientas y hagan un mayor uso de medios asincrónicos, como hemos podido comprobar en el caso de los cursos de lectocomprensión o de escritura de textos académicos que se dictan en la Escuela de Lenguas de la Universidad Nacional de La Plata. La tendencia de estos últimos años (cada vez más alumnos con acceso a las TIC, y con mayores destrezas en su uso) nos permite prever que será cada vez más sencillo organizar todo tipo de cursos a distancia.

Por estos medios nos fue posible además en estos últimos años lograr que los alumnos incorporen algunas nuevas destrezas en el uso de la tecnología, lo cual significa que los cursos han servido también para que se vuelvan más aptos para continuar su formación a distancia, y de usar herramientas que les exigirá el mundo laboral.

Hemos comprobado en la práctica que es muy fructífero, en concreto, usar muchas prácticas de la educación a distancia, aun como complemento de las clases presenciales, especialmente en el nivel universitario. Es altamente eficaz, por ejemplo, crear blogs donde los alumnos deban escribir sobre temas propuestos, reemplazando así la escritura de textos muchas veces carentes de interés para ellos que se incluyen como práctica en cualquier libro de texto. Un blog, o herramientas similares, son muy útiles también para organizar trabajo colaborativo, y enseñar a nuestros alumnos a aprender de un modo más autónomo, y a la vez contando con la ayuda (ciertamente eficaz) de sus pares. También he usado el formato de las clases a distancia para explicar temas concretos de difícil resolución en clases presenciales; pudimos comprobar que este formato les resulta muy atractivo, y que probablemente sea para ellos también más comprensible debido a sus características gráficas y organización textual, y tal vez por eso tiene una eficacia mucho mayor que la explicación presencial de los mismos temas. En definitiva, este material representa un intento de acercarlos al conocimiento aprovechando los nuevos medios que nos ofrecen las TIC, medios que les resultan familiares, atractivos y accesibles.

Los resultados de estos años de educación a distancia han sido altamente positivos. Nos muestran que el aprendizaje de la lengua se lleva a cabo con éxito, pero además esto se hace por un medio que resulta atractivo e interesante para los alumnos, que aprecian el logro que significa no sólo haber aprendido un idioma sino también haber aprendido a usar la tecnología más y mejor. A modo de ejemplo, reproducimos el comentario de Lucas, investigador de la UNLP, luego de aprobar el taller de escritura de textos académicos con la escritura de un texto de su especialidad que debía ser una contribución a http://en.wikiversity.org : “Lo logramos!!!!!!!!! Envío el link de mi trabajo final (…) Muchas, muchas gracias!”

Si las perspectivas son éstas, queda claro que la educación no puede dejar de dar los pasos necesarios para acompañar los avances tecnológicos con la enseñanza de su uso. Los institutos de formación docente deben comenzar cuanto antes a incluir estas prácticas en la curricula y en sus aulas, porque el mejor modo de aprender a ser docente virtual es haber sido antes alumno virtual. En cuanto a los contenidos que deben ser incorporados, es necesario adquirir dos habilidades: la de usar las TIC y sobre todo la de diseñar material adecuado para este nuevo medio, ya sea en entornos totalmente virtuales o en situaciones de blended learning.

En otras palabras, no se trata solamente de adquirir conocimientos técnicos que nos permitan crear un blog o página web, o editar imágenes y audio, y luego usarlos intuitivamente para la educación partiendo de los moldes de nuestra formación en clases presenciales, porque esto puede dar como resultado (y así sucede constantemente) docentes que sólo usan estas herramientas para hacer llegar bibliografía o ejercitación a sus alumnos por un nuevo medio, y esta práctica no tiene nada que ver con el uso educativo de las TIC. Lo que necesitamos sobre todo es formación didáctica de los docentes en este nuevo campo, de manera que se pueda hacer un uso eficaz de estas tecnologías y se forme a quienes pueden producir nuevos conocimientos y desarrollos pedagógicos. Sobre esto, nos dice la UNESCO (2008):

“Los docentes necesitan estar preparados para empoderar a los estudiantes con las ventajas que les aportan las TIC. Escuelas y aulas –ya sean presenciales o virtuales– deben contar con docentes que posean las competencias y los recursos necesarios en materia de TIC y que puedan enseñar de manera eficaz las asignaturas exigidas, integrando al mismo tiempo en su enseñanza conceptos y habilidades de estas. Las simulaciones interactivas, los recursos educativos digitales y abiertos (REA), los instrumentos sofisticados de recolección y análisis de datos son algunos de los muchos recursos que permiten a los docentes ofrecer a sus estudiantes posibilidades, antes inimaginables, para asimilar conceptos.” (UNESCO, 2008, p.2).

Con el fin de llevar a la práctica estos postulados, la UNESCO (2008) plantea la existencia de “tres enfoques para la reforma educativa basada en el desarrollo de la capacidad humana” (p. 6):

 

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Se trata, como podemos ver, de tres pasos habituales en la adquisición de conocimientos: de las nociones básicas a un conocimiento más profundo, hasta llegar a la capacidad de generar conocimiento propio. Esta formación nos permitirá llegar al siguiente resultado final:

 

“Gracias a la utilización continua y eficaz de las TIC en procesos educativos, los estudiantes tienen la oportunidad de adquirir capacidades importantes en el uso de estas. El docente es la persona que desempeña el papel más importante en la tarea de ayudar a los estudiantes a adquirir esas capacidades. Además, es el responsable de diseñar tanto oportunidades de aprendizaje como el entorno propicio en el aula que faciliten el uso de las TIC por parte de los estudiantes para aprender y comunicar. Por esto, es fundamental que todos los docentes estén preparados para ofrecer esas oportunidades a sus estudiantes.” (UNESCO, 2008, p.2)

Lograremos de ese modo las que según Barberà-Badía (2005) son las competencias necesarias:

“Kearsley (2000) señala la existencia de cuatro factores importantes en la determinación de una docencia virtual efectiva: a) la experiencia en el uso de los medios informáticos, que influye en el desarrollo de habilidades instrumentales y específicas necesarias para la docencia; b) el grado de familiaridad que se tenga con la enseñanza virtual; c) la flexibilidad desarrollada en el proceso docente, y d) la práctica en la dinámica participativa y de facilitación del aprendizaje. También se observa que factores como la pericia didáctica y metodológica del profesor en contextos virtuales, en estrecha relación con el desarrollo de los contenidos disciplinares, se han añadido a la larga agenda del profesor al que se le presupone un conocimiento del medio tecnológico que, en muchos casos, no va más allá de los requerimientos comunicativos mínimos.” (p. 2).

Para que esto se logre, necesitamos una política de estado, que garantice que todos los docentes se formen y todos los alumnos se puedan beneficiar de esa formación, pero además la conciencia de los docentes. Por otra parte, es necesario también que las instituciones cumplan el rol de actualizar cuanto antes el marco legal en el que se encuadra la enseñanza en la actualidad, porque la reglamentación de muchas instituciones contempla solamente la educación presencial. Esto significa que actualmente los docentes de primaria, secundaria o de grado en la universidad deben cumplir un horario estando físicamente presentes en las instituciones educativas frente a los alumnos, y por lo tanto no pueden cambiar la modalidad de su curso y darlo en todo o en parte a distancia. Con sólo algunas excepciones en las que se han encontrado mecanismos concretos para resolver esta cuestión en lugares específicos, el trabajo a distancia que actualmente hacen los docentes en estos niveles se agrega al cumplimiento de sus horas presenciales, con lo cual significa un trabajo extra no remunerado. La excepción a esto en la educación formal son sólo los cursos de extensión y posgrado.

¿Y con qué tipo de metodología lograremos llevar a cabo este cambio en la enseñanza de lenguas? Ciertamente no con un enfoque predominantemente declarativo, basado sobre todo en preceptos conductistas. Los docentes de lenguas siempre estamos en busca de ejercitación adecuada para que los alumnos fijen los conocimientos y los transfieran a la posibilidad de uso, a la creatividad en el uso de la lengua que significa que el aprendizaje se ha completado. Las TIC nos proporcionan una innumerable cantidad de actividades, algunas tradicionales pero otras mucho más novedosas y atractivas. Y no es simplemente que no podemos desaprovechar estas oportunidades de acercar material auténtico a nuestros alumnos, es simplemente que muchos de ellos ya no tienen interés por el tipo de aprendizaje, de ejercitación tradicional que les proponemos, no les interesa escribir ejercicios sobre un papel, y podemos fácilmente lograr que aprendan lo mismo que les enseñaban esos ejercicios por un medio mucho más interesante: ¿por qué no pueden “practicar gramática” escribiendo en un blog (con todas las consecuencias sociales, además que esto trae aparejado), o hacer ejercicios de escucha viendo videos de youtube? Porque lo que ha cambiado, entre otras cosas, son los medios por los que nos comunicamos, y estos últimos son los medios por los que les interesa comunicarse a las nuevas generaciones. Y los representantes de generaciones anteriores lo entendemos, porque también nos habría gustado más aprender con estas herramientas.

Y es que la cuestión de fondo no es si somos capaces de incorporar las TIC a nuestras prácticas docentes, sino que debemos hacerlo porque ya han cambiado los patrones de cognición, y no vamos a ser docentes eficaces si no aprendemos a adaptarnos al modo en que piensan nuestros alumnos más jóvenes. Nuestros alumnos ya son diferentes, no podemos seguir intentando enseñarles como si fueran iguales a los alumnos de hace 20 o 10 años atrás. Estamos ante un cambio de paradigma, un cambio en los mecanismos de razonamiento y cognición que debemos estudiar e incorporar a nuestra práctica docente.

El problema, el desafío que enfrentamos los representantes del "viejo" paradigma, es que nos cuesta comprender los cambios que se están produciendo y además no sabemos exactamente cuáles van a ser estos cambios, precisamente porque están en proceso. A los alumnos más jóvenes ya no les interesan nuestras categorías de pensamiento, y sin embargo sabemos que debemos enseñarles a pensar, pero a pensar como les va a ser útil a ellos, que no es el mismo modo que nos resultó útil a nosotros porque van a tener que aplicar esa destreza en un mundo totalmente diferente. Tendremos que ser creativos sobre la marcha, y dedicarnos a iniciar proyectos de investigación-acción.

Debemos incorporar las nuevas tecnologías en el doble sentido de que la educación debe comenzar por reconocer su existencia y peso en el mundo actual, y además debe comenzar a utilizarlas de modo sistemático, generando una metodología específica que permita hacer de ellas un uso todavía mejor que el que ya hemos logrado. De lo contrario, nuestra enseñanza se volverá obsoleta, si es que esto no ha sucedido ya. Quienes mejor podemos hacer esto somos los inmigrantes digitales, si nos capacitamos, porque formamos parte de una generación intermedia, la que ha visto suceder los cambios, la que tiene acceso de primera mano a los dos lenguajes, por así decirlo: el de la educación previa a la existencia de las tecnologías, en la cual fuimos formados como alumnos y docentes, y la que será necesario seguir creando para adaptarnos a los patrones mentales de las nuevas generaciones.

Los docentes no tenemos tiempo para esperar a aprender algún día, es necesario que aprendamos ahora. No podemos poner tanto énfasis en el grado de novedad o dificultad, o en el tiempo que nos pueda llevar aprender a usar las TIC. Creo que, entre los adultos, aprende a usar una computadora quien valora su uso, del mismo modo que nos tomamos todo el trabajo que sea necesario para aprender a usar otras máquinas, por ejemplo, a conducir un automóvil, porque valoramos la ventaja de poder desplazarnos con independencia. Tal vez muchos docentes e instituciones educativas todavía no han tenido la oportunidad de experimentar el enorme potencial que representa el uso de las TIC en educación. Hacerlo sería dar el primer paso para poder diseñar una didáctica que las use razonable y eficazmente.


Bibliografía

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“Internet en la Argentina sumó más de 700 mil nuevos usuarios y se triplicó la conexión wi-fi.” 15 de julio de 2010. En http://www.promositios.com/notas/763/internet_en_la_argentina_sum_m_s_de_700_mil_nuevos_usuarios_y_se_triplic_la_conexi_n_wi_fi. Último acceso julio 2010. 

Piscitelli, A. (2009) Nativos digitales. Dieta cognitiva, inteligencia colectiva y arquitecturas de la participación. Buenos Aires, Santillana.

Santamaría Gozález, Fernando (2005). “Herramientas colaborativas para la enseñanza usando tecnologías web: weblogs, wikis, redes sociales y web 2.0.” En: http://www.slideshare.net/LuisOutSider/herramientas-colaborativas-2317575. Último acceso julio 2009.

UNESCO (2008). “Estándares de competencias en TIC para docentes”. En http://cst.unesco-ci.org/sites/projects/cst/default.aspx y http://portal.unesco.org/es/ev.php-URL_ID=41553&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html. Último acceso junio 2010.

 

Notas

1 Es interesante conocer el marco de referencia en el que la UNESCO ubica este proyecto: “El proyecto de los Estándares UNESCO de Competencias en TIC para Docentes (ECD-TIC) se enmarca en un contexto político amplio de reforma de la educación y desarrollo sostenible. La educación es pilar fundamental en todo país o comunidad y, como tal, responde a una serie de metas y objetivos, entre los que figuran:

• Inculcar valores fundamentales y transmitir el legado cultural.

• Apoyar el desarrollo personal de jóvenes y adultos.

• Promover la democracia e incrementar la participación social especialmente de mujeres y minorías.

• Impulsar el entendimiento entre culturas y la solución pacífica de conflictos y, mejorar la salud y el bienestar,

• Apoyar el desarrollo económico, reducir la pobreza y aumentar la prosperidad de todos.” (UNESCO, 2008, p.5)

2 El resaltado es nuestro.

3 “Con el 57 por ciento de la población total, [el país] alcanza un porcentaje que incluso lo ubica por encima de la media regional y mundial, del 33 y 24 por ciento, respectivamente, según un informe privado (Federico Cooke). (…) Cooke destacó en reiteradas oportunidades la importancia de los "contenidos útiles" para atraer a la gente al uso de Internet. "El aumento constante de las prestaciones e "inteligencia" de los productos y aplicaciones TIC (tecnologías de la información y las comunicaciones), potenciado por su creciente facilidad de uso y la reducción de precios", indicó.” (Abierta TV, febrero 2010).

4 “Las conexiones inalámbricas impulsaron el crecimiento de las cuentas de banda ancha al crecer un 300% en un año. Los accesos residenciales a internet crecieron 18,1 por ciento en el primer trimestre del año, comparado con igual período del año anterior, lo que implicó un crecimiento de más de 700 mil usuarios en doce meses. Según informó hoy el Indec, en marzo del año pasado los usuarios residenciales llegaban a 3,4 millones, y un año después suman 4,1 millones, de acuerdo con las cifras oficiales. Entre marzo del año pasado e igual mes de este año, las cuentas con abono crecieron 23,9 por ciento, y las que utilizan banda ancha aumentaron un 26,7 por ciento.”

 

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